La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

Repertorio de Fornarina

"La Verbena de la Paloma" es la obra más
emblemática del género chico
La música tiene algo especial, mágico, extraordinario, que le hace ser, entre las bellas artes, acaso la más fácil de comprender para todos los públicos y por tanto la más popular. Dejando aparte la música culta (sinfónica, ópera,... ), ya hemos visto que en las dos primeras décadas del siglo XX , en España el cuplé -con todas sus variantes- fue el más popular de todos los géneros, siguiéndole los pasos muy de cerca a los cantables de zarzuela, algunos de ellos auténticos cuplés en música y letra. No digamos el género chico, mezcla de sainete y zarzuela, que en muchas ocasiones "jugó" con la forma y la fama del cuplé.
Fornarina bailando, que no todo era cantar
Algunos cuplés fueron muy populares y han llegado hasta nuestros días. Otros, a pesar de la enorme popularidad de la que gozaron en su momento, han caído en el olvido porque su tema o su oportunidad simplemente pasaron. Así sucedió con los cuplés políticos, de crítica social sobre hechos muy puntuales, los sentimentales con exceso de dramatismo o los que criticaban los inventos de aquella época de cambios vertiginosos.
A mi, personalmente, me parece que todos los cuplés son hermosos, incluso los que ahora nos parecen vulgares o inoportunos, incluso machistas o lo que llamaríamos "políticamente incorrectos". Todos me gustan porque son el reflejo de una época determinada, con sus miserias y sus grandezas, no peor que la nuestra en todo caso.
Partitura de "¿A dónde va usted?", una de las muchas
adaptaciones de Cadenas de un couplet francés
El cuplé, básicamente, es música, letra e intención. De la música procuraré dejaros todos las muestras que me sean posibles y siendo aficionados al género -como seguramente sois si me estáis leyendo- habrá muchas melodías que ya conoceréis por afición o incluso por tradición familiar.
De la intención del cuplé, de esa parte interpretativa que tan fundamental le era, ya sabréis a estas alturas qué era lo que diferenciaba a una buena cupletista de otra mala o mediocre. Darle el punto adecuado a una canción, otorgarle la expresión justa de su significado, eran lo más celebrado en una artista, lo que la diferenciaba, para bien o para mal, del resto.
En cuanto a la letra, aquí os dejo de momento algunas de cuplés de Fornarina. Más adelante le tocará el turno a las letras de "las otras bellas".
Partitura de "El Chiripá (auténtico pericón)",
creación de La Goyita
No están todos los (cuplés) que fueron pero sí que son (maravillosos cuplés) todos los que están. Las categorías y subcategorías en las que los incluyo pueden ser consideraciones muy personales. De un cuplé, casi siempre con doble sentido, cada uno puede entender y "sacar" lo que quiera. A vuestro parecer lo dejo.
Y nada más, espero que disfrutéis de estos cuplés, aunque sean tan sólo letra, sin música y sin intención.

Luna Park
Este delicioso cuplé de Cadenas y Valverde, pertenecería al subgénero cómico-sicalíptico. Juega con la doble intención pero mantiene un tono entre inocente e hilarante. Es la Fornarina pícara en su punto justo, apta para (casi) todos los públicos.

De todas las distracciones
que en París podréis hallar,
la mejor sin duda alguna
os la ofrece Luna Park.

Hay una montaña rusa
y hay un lago colosal,
todo lleno de "cocottes"
por si te quieres tirar.

Búscame luego en el Luna Park,
allí nos podremos encontrar
y en las apreturas,
cuando todo queda a oscuras,
búscame luego en el Luna Park.

Hay un tío vivo que tiene
por asiento una sartén
que va dando volteretas
y porrazos por doquier.

Cuando en la sartén se meten
dos mujeres a la vez,
salen luego hechas tortillas
como pueden suponer.

Al refrán

Pero la montaña rusa
es la mejor distracción pues
en las curvas las chicas
se agarran que es un primor;

y hay a veces mil disputas
porque los hombres están
dos horas en la montaña
y no se quieren bajar.

Al refrán

La Llave
Este célebre cuplé de Fornarina es uno de las muchas adaptaciones hechas por Cadenas, en este caso un tema inglés de 1901, original de Penn y Fitz, "The Honeysuckle and the Bee" ("La madreselva y la abeja") del que hay una versión de 1962 de Julie Andrews. El original inglés habla de una tierna parejita en pleno idilio campestre. En la adaptación de Cadenas se convirtió en un ejemplo de cuplé sicalíptico puro y duro (más de lo último que de lo primero).

La bellisima Asunción
se escapó de la pensión
al llegar el carnaval
y vestida de bebé
una noche al baile fue,
decidida a divertirse y a gozar.

Un pollito que la vio
para el chotis la invitó
y salieron a bailar,
pero mientras que bailaba,
como tanto la apretaba,
sin querer la lastimaba el animal.


- Suélteme usté, decía medio ahogada Asunción
porque me aprieta y me va usté haciendo un daño atroz.

Sáquese usté esa llave tan grande y feroz
que lleva ahí en el bolsillo del pantalón.

Acabaron de bailar
y se fueron a cenar
el pollito y Asunción,
y entre el baile y el charlar
y las risas y el champán,
la muchacha sin querer se mareó.

Y él queriendo aprovechar
la besaba sin cesar
y juraba eterno amor
y al llegar a la habanera
la invitó para que fuera
a dar otra vueltecita en el salón.

Al refrán

El Polichinela
Acaso la creación más famosa de Fornarina, este cuplé con música de Valverde y letra de Cadenas y Retana, fue su número más solicitado y aplaudido, tanto en España como en el extranjero. La versión francesa se llamaba "La Polichinette" y me imagino que su intención era muy parecida a la del original en español: un juego de doble sentido comparando el manejo de una marioneta con el de... un hombre. Ahora nos parece algo ingenuo, pero entonces tenía su punto de atrevimiento.

Entre los paisanos
y los militares,
me salen a diario
novios a millares.
Como monigotes
vienen tras de mi
y a todos los hago
que bailen así:

Cata catapún, catapún pun candela,
¡Arza p'arriba, Polichinela!
Cata catapún, catapún, catapún,
como los muñecos en el pim pam pum.

Hay un viejo verde
que lo traigo frito
y para que baile
tiro del hilito.
Y aunque se resiste
a querer saltar,
lo hace muy contento
si me oye cantar:

Al refrán

Hay un señorito
de esos calaveras,
de los que se pintan
lunares y ojeras,
que al verme en la calle
ir con seis o más,
siempre dice: "¡Ay, hija,
qué asediada estás!"

Al refrán

Para divertirme
y porque trabaje
hago al muñequito
que suba y que baje.
Tiro de la cuerda
y él me dice: "¡Más!
Aunque tu te empeñes
no me cansarás".

Dispense usted
Este cuplé de Cadenas y Valverde, pertenece al género sicalíptico por la procacidad de la historia que cuenta pero ofrece, al final, un giro no demasiado inesperado que lo sitúa en un plano de transición hacia el género dramático-sentimental. Las tribulaciones de las madres solteras fueron uno de los temas favoritos del cuplé dramático y más tarde lo heredaría, en todo su esplendor, la copla.

Una noche de baile
la modistilla Isabel,
al compás de una polka
se enamoró de un doncel.
Él y ella se marcharon
después del baile a cenar
y la entró en un reservado
de no se qué restaurant
y cuando estuvieron solos,
ella empezó a gritar:
No sea tan atrevido
¡ay... no!
que me rompe usté el vestido.
Y el muchacho la decía
muy atento y muy cortés:

¡Sí... eh! pues dispense usté.


Al fin de no arrugarse
ella el disfraz se quitó
dejando al descubierto
cosas que ocultar debió;
él, loco de alegría
se echó a sus pies sin tardar,
y en aquel instante quiso él
la ocasión aprovechar;
la muchacha protestaba,
pero se dejaba abrazar...
¡Ay ... no!
esto es una emboscada...
¡Ay... no!
yo soy una chica honrada...
Y el muchacho le decía,
muy atento y muy cortés:
¡Sí... eh!
pues dispense usté...

Pasados nueve meses
tuvo Isabel un bebé
y, con el chico en brazos,
en busca de su padre fue,
de noche y de día anduvo
buscándole sin parar,
hasta que, al fin, una tarde,
lo halló por casualidad
y, enseñando el crío al padre,
Isabel se puso a gritar:
¡Ay ... sí!
ya estará usté satisfecho...
¡Ay... sí!
ya ve usté lo que me ha hecho...
Y el muchacho le decía,
muy atento y muy cortés:
¡Sí .. eh!
Pues dispense usté...


El ojo de cristal
Se trata de una de las creaciones más recordadas de Fornarina y entraría en la categoría de cuplé humorístico de tipo escatológico. Creación de Cadenas y Valverde sobre una base musical de Paul Lincke, tiene un aire de alegre marcha militar, al estilo austriaco.

Luchando Don Marcial cien golpes recibió
pero uno fue fatal pues tuerto le dejó
y para presumir el pobre Don Marcial
compró un día en París un ojo de cristal.
Con un monóculo para disimular
les iba echando el ojo a todas al pasar
y alegre el infeliz, pensaba:
¿quién dirá, al ver mi aspecto seductor
que tengo un ojo de cristal?

Cuando se fue a dormir, con mucha precaución,
en un vaso con agua el ojo colocó,
mas luego, al despertar, el vaso equivocó
y a tientas, con el agua, el ojo se tragó.
Como es de suponer, el ojo de cristal
tranquilo recorrió su curso natural
y Don Marcial creyó que el mal era ocular
y al fin a ver se decidió
a un oculista sin tardar.

Le registró el doctor y, sin titubear,
creyó que era un fenómeno sensacional,
pero, en vez de operar, le dijo: "No, señor,
usted debe exhibirse en un music-hall.
Con monóculo chic que le estará muy bien,
si usted se exhibe así, ya me lo dirá usted,
tendrá usted un fortunón y la celebridad,
pues no ha nacido nadie aún
que tenga ese ojo de cristal".

Ven, Mimí
Otra de las adaptaciones de Cadenas, de un tema de Adolf Spahn (por el nombre, es de suponer que austriaco o alemán). Es el típico cuplé frívolo al estilo europeo y cuenta la historia de Mimí, una chica de moral distraida para todo, menos para la economía. Al final la cazadora resulta cazada.

Mimí es una gentil "cocotte"
que está de moda en París
y todos ya sin distinción
persiguen a Mimí.
Siempre que sale a pasear
en su lujoso tren
la siguen todos sin cesar,
temblando de placer.
Y hay señor que al pasar
le va haciendo así el amor:


Ven Mimí, ven Mimí, ven.
Tuyo es mi corazón,
tú eres mi solo bien.
Ven Mimí, ven,
verás con cuanto amor
tu amante fiel seré.


Pero es Mimí tan ideal
que, si al brindarle amor,
un buen regalo no le dan,
se pierde ocasión,
y al que se atreve a entrar allí
le cuesta un fortunón,
pues todos saben que Mimí
es toda corazón.
Si a Mimí conquistáis
le tenéis que hacer así:

Al refrán

Un señorito que la vio
un día pasear,
con tanta maña la engañó
que se dejó engañar,
y al otro día al despertar
le dijo el vivo aquél:
"Yo te iba a dar dinero, mas
no te quiero ofender.
Y hoy Mimí, si le ve,
cuando pasa, le hace así:

Al refrán


Diávolo francés
Como autores de este cuplé aparecen L. Leliévre et Briollet para la letra y un tal B. Scott-Paans en la parte musical, ahí es nada, y precisamente nada es lo que sé de ellos. Así que nos encontramos ante uno de los escasos temas de Fornarina en los que Cadenas no "metió mano". La letra es tan ligera que resulta insustancial, con lo que se incluiría por méritos propios en una categoría que bien podría llamarse: "sin interpretación no soy nada". Es de suponer que la gentil Consuelo lo cantaría manejando un diávolo y poniendo en él una intención entre pícara e ingenua.

De los juegos que hoy en moda están
es el Diávolo el más seductor
porque en todas partes
hace el Diávolo furor.
Por las mañanitas en París
hoy los novios se hacen el amor
tirándose el chisme
cuantas más veces mejor.

Es un juego sensacional,
Diávolo, Diávolo,
elegante y original,
Diávolo,
y el que quiera el juego aprender,
Diávolo, Diávolo,
aquí puede venirlo a ver,
Diávolo.

Para el juego bien ejecutar
débese jugar de dos en dos
porque así será
siempre mejor combinación.
Dele usted a la rueda un poquitín
hacia donde la pareja esté,
tira usted la rueda,
luego se la tira a usted.

Al refrán

El sátiro del ABC
Esta creación de José Juan Cadenas está basada en un hecho real: al parecer un sátiro, o lo que hoy llamaríamos un exhibicionista, causó cierta alarma en Madrid durante una breve temporada. Sobre si la alarma era producida por el temor de las damas a encontrárselo en plena calle, este cuplé siembra la duda.
A medias entre el género sicalíptico-humorístico y el oportunista que trataba sucesos de última actualidad, este tema fue tremendamente popular en su época.

Dicen que ahí un sátiro ahora aquí,
según leí ayer en el ABC,
que a cuantos encuentra por ahí
hace ver no se qué.
Yo sé de varias chicas de mi edad
que están rabiando de curiosidad
y en cuanto ven a un hombre por ahí
quisieran preguntarle así:

¿Me quiere usted decir
si por acaso usté
el sátiro es
del que hablaba ayer
el ABC?
Debajo del gabán
no lleva nada más
que el traje de Adán.
Y en cuanto encuentra a una mujer
le enseña todo y echa a correr.

Desde que la noticia leí
pienso con temor si le encontraré
y si miro a un hombre, digo así:
Cielos, si será él ...
aquel de la butaca que está allí,
a ver, usted ¿por qué se oculta así?
Quién sabe si el infame será usted,
arrímese y respóndame:

Al refrán


Mi debut en provincias
Este cuplé, estrenado en 1912, se podría considerar de género autobiográfico y fue escrito por Álvaro Retana, con música de Gaspar de Aquino. Retana, el más rendido y constante admirador de Fornarina, conocía muy bien las peripecias de la cupletista en sus actuaciones por los teatros de España y sus constantes enfrentamientos con las "ligas de la moralidad", las ultraconservadoras asociaciones de padres de familia y los obispos de turno.

Cuando voy a provincias
me suelen anunciar,
en carteles muy grandes
por la localidad.
Las madres de familia
sienten gran inquietud,
prohibiéndole a sus chicos
la asistencia a mi debut.
Y si me ven pasar,
me miran con horror
y dicen en voz baja
con gran indignación:

Es una indina,
se llama Fornarina,
un peligro con faldas, sin dudar,
quien la aplauda, de fijo
que para en el infierno
y allí le tostarán.

Cuando salgo yo a escena
advierto sin tardar
que los viejos abundan
y los casados más.
Y como hay muchos pollos
la bulla es colosal,
pues calvos y con pelo
no se cansan de gritar.
Se acaba la función;
se marchan a dormir
y a algunos entre sueños se les puede oír así:

Es muy monina;
me gusta Fornarina,
pues se canta un cuplé muy resalao.
¡Ay, señor, quién tuviera
ahora la edad primera
y lo pasao, pasao!



El último cuplé
Fornarina estrena en 1914, en el teatro Apolo de Madrid, este cuplé ingenuo y sentimental. Sobre una melodía de Berlin y Snyder con cadencias de ragtime, Cadenas sabe adaptar -con ciertas irregularidades métricas- una letra melancólica que resultaría ser premonitoria. Fue el último gran éxito de Fornarina, poco antes de su muerte. Su aire biográfico nos estremece y conmueve al igual que lo hiciera en el momento de su estreno.

Cuando salí de España y fui
loca a París me sorprendí
ante aquella capital colosal.
Asustada me vi allí;
no decía ni oui;
sin entender, sin comprender
y sin saber ni qué decir
me ponía siempre a sonreír
y cantaba al creer mi tierra ver:

En mi país,
en mi país
no ha este lujo de París, no;
pero hay sol, hay luz y un cielo azul,
y no sé de quien
no lo pase allí bien.
En mi país,
en mi país
no hay las costumbres de París, no;
pero allí perfuma más la flor
y hasta el aire nos habla de amor.
¡Ay, sí señor, ay, sí señor!
Mi país es el mejor.

Luego no sé cómo observé
que si algún perro me encontré
se paraba a descansar y a ladrar,
pareciéndome después
que ladraba en francés.
Si al campo fui siempre creí
que hasta los bichos al cantar
no cantaban como siempre, sí,
y pensando en volver decía así:

En mi país,
en mi país
las aves son como en París, sí;
pero su canto no olvido yo,
pues no es igual;
éstas cantan muy mal.
En mi país,
en mi país
el gallo no es como el de aquí, no;
lanza un kikirikí, kikirikí,
dicen los de aquí.
¡Ay, sí señor, ay, sí señor!
Los de allí cantan mejor.


Cuando viajé y mi cuplé
por toda Europa paseé,
recibiendo, al terminar de cantar,
el aplauso halagador
que premió mi labor,
al concluir de trabajar,
todas las noches, sin faltar,
no dejé nunca de enviar
muchos besos aquí, diciendo así:

En mi país,
en mi país
lejos, muy lejos de París, sí,
un rincón tendré, que cuidaré
para reposar
y descanso buscar.
Y cuando ya un día yo,
como un juguete que pasó,
al olvido el público me dé,
cuando cante mi último cuplé...
En mi país,
en mi país
mi canción os cantaré.



La canción del Rhin
Con música de Valverde y letra de Retana y Cadenas, es uno de los cuplés más conocidos del repertorio de Fornarina. Este fox lento, con su cadencia juguetona, tenía una parte biográfica más que notable: rememoraba los días felices que Consuelo y Pepe pasaran en Alemania, cuando él era corresponsal en Berlín y ella  poco más que una divette en ciernes.

Las alegres chicas de Berlín,
para soñar, se van al Rhin,
que allí encuentra la mujer
la leyenda del querer.
Y los estudiantes siempre son
los que les dan una lección,
para luego conjugar
el verbo amar.

Ven al Rhin, al Rhin encantador
en pos de la canción de amor,
bella como ninguna
que oye la pálida luna.
Ven al Rhin, fantástico jardín
que allí canta el amor feliz.
Radiantes, van al Rhin.

Los recién casados, sin dudar,
al Rhin su amor, van a cantar,
porque da mucho postín
un idilio por el Rhin.
Mientras el bajel bogando va
se suele oír, aquí y allá,
de los besos el rumor
embriagador.

Al refrán

Si pudiera el Rhin un día hablar
seguro que iba a exclamar:
-Estos que vienen aquí,
¿por quién me han tomado a mi?
Pero el río, amante y protector,
encubrirá siempre el amor
y al que hasta su orilla va
le arrullará.

Al refrán






(continuará)
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