La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

La moda en 1880

Domingo por la tarde en la isla de la Grande Jatte
Georges Seurat, 1885
En este hermoso cuadro podemos ver algunos de los elementos de la moda femenina de la época: el corsé, el polisón, las faldas largas, los pequeños sombreros, la sombrilla y los guantes, llevados incluso en verano.
Todo el conjunto se consideraba como un símbolo de elegancia y distinción.  Y no olvidemos que distinción viene de distinguirse, es decir, diferenciarse del resto. Una dama o al menos una mujer que pretendiera parecerlo, se tenía que diferenciar en sus toilettes de las mujeres de las clases populares: la piel pálida en el rostro, las manos, el escote y los hombros, indicaba que no se trabajaba al aire libre como una campesina. El corsé y las faldas largas, que no se hacía ningún tipo de trabajo que requiriese un gran esfuerzo físico. En cuanto al sombrero, las mujeres humildes no podían permitírselos y en todo caso optaban por pañuelos en la cabeza, que eran más económicos y más sencillos de colocar.
La diferenciación comenzaba en la cabeza y terminaba en los pies. Aunque también la forma de hablar, de moverse y comportarse eran esenciales.
Jean-Louis Forain, "Jardín público" 1884
Así podemos ver que en 1884, año del nacimiento de Fornarina, la moda elegante estaba marcada principalmente por dos "artefactos" que definían la silueta femenina desde hacía décadas: el polisón y el corsé.
Distintos tipos de polisón de la década de 1880
El polisón, tan majestuoso como incómodo, tuvo su momento de máximo esplendor en las décadas de 1870-1880, para ir decayendo su uso progresivamente y desaparecer por completo con el nuevo siglo, dando paso a una figura algo menos artificial.
Había surgido hacia 1860 como evolución de la crinolina, desplazando el punto de interés de la figura de la mujer hacia la espalda -más bien, al final de la espalda- y se convirtió en una pieza imprescindible en el guardarropa de las elegantes.
Caricatura de 1883:
"Teoría del origen de las especies - evolución de la figura"
Hacia 1881 surgió una moda efímera que rebajó el tamaño
y la posición del polisón
En cuanto al corsé, su vida fue más larga y resistiendo dificultades de lo más variado, marcó muy estrechamente (nunca mejor dicho) la silueta femenina desde el s. XVI hasta la 1ª Guerra Mundial.
Corsés de la década de 1880


El corsé fue la prenda estrella de la lencería femenina durante siglos, pero fue en la Belle Époque(1) cuando se convirtió además en un objeto de refinado erotismo y alcanzó la maestría en su confección. Los materiales fueron variados, tales como el algodón, tul, raso, lino, etc. Lo que sí se mantuvo inalterable de principio a fin fue su armazón, constituido por rígidas "ballenas" que oprimían y moldeaban la figura, a veces hasta la deformación.
Exquisitos botines de raso marfil y piel grabada
Delicadas zapatillas y medias bordadas,
ideales para la noche
Los pies se calzaban en ceñidos botines o en zapatos, dependiendo del momento del día y del atuendo. Los zapatos, de tacón medio, estaban hechos en tejidos como el raso o el terciopelo y se reservaban para la noche: teatro, bailes, banquetes, etc.
Curiosamente, debido al largo de las faldas, los pies eran apenas visibles y sin embargo -y probablemente a causa de ello- se cuidaba su aspecto con esmero. No en vano fueron uno de los puntos clave del erotismo femenino de la época: enseñar un fino tobillo torneado rematado por un delicado pie, a ser posible de pequeño tamaño.
El sombrero era el accesorio imprescindible
En cuanto a la cabeza, excepto para la noche, el sombrero era más que un complemento: su importancia era equivalente, cuando no superior, a la del traje. De tamaño pequeño, ajustados a la forma de la cabeza y sobresaliendo en altura pero no demasiado en diámetro. Los materiales eran variadísimos,  se confeccionaban con telas que combinaban con el atuendo y se adornaban con todo tipo de lazos, pequeñas plumas, encajes, broches, etc. En la década de 1870 se hicieron célebres unos lazos que en España se llamaron, muy expresivamente, "sígueme pollo", ya que caían por la espalda y adquirían, al caminar, un sugerente movimiento. Hacia 1880 los lazos caían por delante, anudándose coquetamente por debajo de la barbilla. Para el verano se pusieron de moda los sencillos canotiers de paja, algo más pequeños que los de los hombres, adornados con una cinta de gros-grain  y poco más.
El canotier, tanto el femenino como el masculino,
era una prenda sencilla, fresca y elegante
Para la noche, las reinas del tocado capilar, fueron sin duda las peinetas. Sus materiales principales eran hueso, nácar o carey y solían estar primorosamente trabajadas, a menudo con incrustaciones de otros materiales, incluso de piedras preciosas. También se llevaban pequeños tocados con plumas o flores. Tenían una doble función, como adorno y como sujeción de los complicados peinados de la época, muchas veces realizados a base de postizos de cabello natural.
Tocados y peinetas de 1885
El cabello se rizaba y se recogía  con prendedores


Los guantes, cortos durante el día y largos hasta el codo para la noche, fueron otro de los accesorios imprescindibles de las mujeres elegantes.
Los guantes, distinguidos y favorecedores
Los abanicos vivieron en la Belle Époque uno de sus momentos más esplendorosos: de madera o marfil y tela, muchas veces teñidas en consonancia con el vestido, para la noche.
Los abanicos orientales eran los más apreciados


Resumiendo ...
El ideal de la década era una mujer tan majestuosa como candorosa (sí, sí, era posible), de cintura de avispa, manos y pies pequeños, poitrine contenida pero abundante y un artificialmente abultado derrière, merced al polisón.
Corsé y polisón: una figura imposible ... pero cierta
Mimadas, cuidadas y también  menospreciadas, las mujeres eran como muñecas de biscuit(2)vestidas y adornadas para moverse limitadamente, tanto en sentido figurado como literal. Sin embargo, algo sí que empezaba a moverse.
Los tiempos estaban cambiando, vertiginosamente a partir de la década siguiente. Los avances tecnológicos transformaban las costumbres y la imagen femenina sería un claro reflejo de los nuevos tiempos.
En la década siguiente veremos la desaparición del polisón y cómo, tímidamente, la mujer comienza a participar en los deportes de moda, tales como el tenis, ciclismo, gimnasia o natación e incluso ¡automovilismo!
Pero, de momento, en la década de los 80, todavía seguía considerándose ideal la imagen de la muñeca de porcelana: una piel pálida, con tan sólo un leve rubor y a ser posible natural ... 
... el maquillaje era cosa de artistas o mujeres de vida disipada.Vamos, de cupletistas.
Jean-Louis Forain, "Can-Can" 1886
(1) Se considera que la Belle-Époque es el período que abarca entre 1880 y 1914. Con la entonces llamada Gran Guerra muchas cosas se fueron, para no volver jamás.
(2) El biscuit  es un tipo de porcelana mate con el que se hacen las muñecas clásicas.
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