La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

jueves, 31 de marzo de 2016

LAS OTRAS: María "Mariquita" Reyes

María Reyes fue una de las más conocidas
"cocottes" españolas
Cuando a finales del siglo XIX surge en España la moda del cuplé picaresco, sus intérpretes son principalmente extranjeras. Artistas francesas, italianas y alemanas -especialmente las primeras- traen a nuestro país una nueva forma de cantar que aquí aún no se conocía. En aquellos primeros escenarios, madrileños y barceloneses, las artistas locales no tardaron demasiado en apuntarse al invento, adaptándolo al gusto patrio y demandando letras en castellano o catalán. Más tarde el cuplé de tipo francés se mezclaría con la tradición de la copla española y lentamente iría "adecentándose", pero en su primera época cuplé y cupletistas fueron sinónimo de atrevimiento, obscenidad, vicio y pecado venido de fuera. Y no, no estoy exagerando en lo más mínimo.
Aquellos salones y cafés cantantes pioneros donde actuaban las primeras cupletistas sicalípticas estuvieron, en ocasiones, estrechamente relacionados con el mundo del alterne y, por ende, de la prostitución. No todas las chicas alternaron, por supuesto, pero algunas lo hicieron llevadas por la necesidad, otras porque simplemente les dio la gana y algunas de ellas, las menos, medraron en esta actividad más que en la escena y lograron pasar a la posteridad más por sus actividades galantes que por su talento... artístico. De este último grupo destacó, por innegables méritos propios, la figura de María Reyes. Y a ella le dedico esta corta entrada que espero que disfrutéis tanto como yo.

María Reyes, cupletista, bailarina y cortesana

He de empezar diciendo que, lamentablemente, de la Reyes quedan pocos datos, escasísimas reseñas, poco fiables informaciones y rumores nunca confirmados. De ella dice Álvaro Retana en su "Historia del arte frívolo" que fue
"Elegantísima, enemiga del agua por solidaridad con el champán, (y) opuesta a lucir joyas que no fuesen de brillantes(...)".
En esta imagen se puede apreciar, a pesar de
su mala calidad, la excepcional figura de la Reyes
Retana, en el citado libro, le pone el nombre de Mariquita Reyes y aparecerá con este diminutivo o como María en la prensa indistintamente. En realidad se llamaba Estrella María Regina y había nacido en Sevilla en fecha ignorada, probablemente a finales de la década de los setenta del siglo XIX. Debutó en Madrid hacia 1899 en el "lindo teatro de Varietés, antiguo de Capellanes" en un espectáculo típico de variedades donde ella bailaba "con mucha gracia, sevillanas y tangos". Gracia, al parecer, tenía de sobra pero su talento no debía irle a la par. Daba lo mismo: su soberbia belleza rubensiana hizo que destacara desde el primer momento entre todas sus compañeras.
La larga cabellera de María, rubia natural,
era uno de sus más llamativos rasgos físicos
Siguiendo la moda de las Bellas del cuplé, en un principio aparecen referencias a ella como la Bella Estrella (en realidad su verdadero nombre) pero con el tiempo Estrella desapareció a favor de María aunque permaneciera intacta e incluso aumentada su belleza, que era sin duda la mayor de sus virtudes. Tenía una abundante melena de un rubio dorado, ojos claros, acaso azules, enmarcados por unas espesas cejas con cierta propensión a la unificación y un rostro armonioso. Rellenita en España, al gusto de la época, perdió peso tras su debut en París como bailarina. Su figura de "reloj de arena" con una asombrosa cintura de estrechez casi imposible, le debía algo al corsé pero mucho más a la genética. Sus orígenes pueden ser tanto plebeyos como burgueses o casi nobles (en el mundo del cuplé había de todo) pero su elegancia, tanto si era natural como adquirida, fue uno de sus encantos más innegables.
María, agarrada a sus perlas, pensando
 en un futuro que se presentaba halagüeño
Después de actuar en España como bailarina especializada en los estilos flamencos de su tierra, es contratada por el Casino de París. Frente al público francés, menos entendido en sevillanas y garrotines, bailó y cantó todo lo que tuvieron a bien pedirle, triunfando discretamente pero triunfando al fin. Se hablaba de su particular estilo como artista, que era tanto como decir que no se ajustaba en realidad a ninguno, pero su belleza no pasó inadvertida entre los parisinos y es allí donde pulió su imagen y donde, con toda seguridad, se aficionó al champán y a los diamantes.
Mariquita ataviada al estilo "remordimiento español"
que tanto gustaba fuera de nuestras fronteras
Cuando volvió a España fue considera como "bailarina española extranjerizada" en el mismo grupo de la Romero, Carolina Otero, la Tortajada, la Guerrerito, Saharet o Luz Chavita, estas dos últimas con cierta justificación: ambas eran francesas de verdad que se hacían pasar por españolas de mentira. En fin, un lío, pero el caso es que a Mariquita aquí nadie parecía tomarla en serio, así que salió escopetada de nuevo al extranjero, esta vez contratada por el teatro Alhambra de Bruselas. De ahí, de nuevo a París para volver a España, contratada por el salón Actualidades de Madrid, no sin antes actuar en Barcelona. Al regresar de sus giras por el extranjero el público español la encontraba cada vez más seductora, más elegante, más estilizada y más cargada de brillantes.
Mariquita luciendo la inevitable mantilla de blonda
y el no menos inevitable abanico
Su nombre desaparece de las carteleras de repente, sin que nadie se pregunte la razón acaso por ser esta ya sabida o acaso por no importar demasiado. En Madrid su figura es reconocida y totalmente reconocible por el lujo que exhibe. Gusta de lucirse por la Castellana en su coche tirado por dos soberbios caballos, dando que hablar a damas y caballeros por el buen gusto que muestra en sus toilettes. Y si las mañanas las ocupa en tales paseos, las noches la encuentran hasta la madrugada disfrutando de su gusto por la vida disipada. Pasa de ser una bailarina de variedades a una cocotte sin apenas transición y sin arrepentimiento alguno. Siempre hay algún caballero que gustoso cubre sus gastos excesivos y se muestra indulgente ante su marcado hedonismo, aunque estos temas se trataban con discreción y entre los nombres que en su historial figuraron sólo ha llegado hasta nosotros uno, y ni tan quisiera eso, pues se trata de un rumor nunca confirmado.
Don Jaime de Borbón y Borbón-Parma
y su impresionante mostacho (fuente: Wikpedia)
Las malas lenguas relacionaron a Mariquita con el pretendiente carlista al trono de España, Jaime de Borbón, duque de Anjou. Estas mismas malas lenguas consideraban al duque como el responsable de la reciente adquisición de un lujoso hotelito madrileño en el que vivía "una tal María Reyes". El pretendiente carlista, que había nacido en Francia y allí residía, no era precisamente bien recibido en España y procuraba mantenerse alejado de la corte madrileña. Se cree que conoció a la Reyes en San Sebastián o Barcelona y que quedó hechizado, como muchos otros, por la extraordinaria planta de la sevillana. Pero por muy hechizado (fantástico eufemismo) que se sintiera por ella, es dudoso que se atreviera a seguirla hasta Madrid, comprarle el hotelito, mantenerla con ostentación o atreverse a aparecer con ella en público. Es sólo un rumor, nunca fue confirmado y quizá forme parte de la leyenda de seducción de la bella María.
La Reyes tenía una prestancia señoril que sin duda
le ayudó a entrar en el mundo de la "galantería encopetada" 
Poco más se sabe de María y bien lo siento. Poco se hablaba de las buenas chicas del cuplé que devenían en cortesanas y se pasaban al "lado oscuro" del lujo mantenido. Ignoro si le compensó y supo hacer una fortuna que le procurase una vida sin preocupaciones. Pudiera ser incluso que alguno de aquellos caballeros se casase con ella y le diese rango de respetabilidad a sus relaciones, en tiempos en que estas cosas tenían sin duda su importancia. Siempre había alguien dispuesto a enderezar aquellos torcidos tallos que sustentaban tan deliciosas flores, o al menos a intentarlo. Como decía Campoamor en una de sus humoradas:

"Hay quien pasa la vida
en ese eterno juego
de hacer caer a la mujer, y luego
rehabilitar a la mujer caída"

Acaso no fuera Mariquita tan afortunada y terminara sus días, como otras colegas suyas, en la indigencia y el olvido; que perdiera juventud, belleza y fortuna por el paso de los años, por los excesos con el champán o por su mala suerte en la ruleta o el bacarrá; o que encontrara dudoso acomodo en los brutales brazos de algún chulo que la explotara. Podemos poner muchos finales a su historia pero sólo una cosa parece cierta: disfrutó como pocas de aquellos excesos de la belle époque que tan ingenuos nos parecen hoy en día pero que en realidad no tenían nada de inocentes.
La "Bella Estrella" María Reyes, una de las
más olvidadas de los tiempos del cuplé
Epílogo:

La figura olvidada de Mariquita Reyes ha sufrido la peor de las traiciones posibles en lo que a recuerdos se refieren: la que le infligió Álvaro Retana, sin duda alguna, involuntariamente.
En la breve reseña a ella dedicada en sus "Historias del arte frívolo" menciona un suceso en el que presuntamente se vio implicada, la estafa que se hiciera a un prestamista famoso conocido como "El Cantinero". Su proceso, en el verano de 1906, fue difundido por la prensa con profusión ya que poseía los elementos con los que se conforma una buena crónica de sucesos: juicio público, delito económico de gran cuantía, personajes conocidos y una atractiva mezcla de bajos fondos y buenos apellidos. Retana coloca a la Reyes como una de las "personas de distinguida posición social (que) estafaron millón y medio de pesetas" al prestamista. Pero no fue así. Retana escribió su reseña biográfica casi sesenta años después del suceso y su memoria le traicionó: la implicada en la estafa se llamaba María Reina, no Reyes, y ni siquiera era artista.
Retana quería tanto a las chicas del cuplé y sentía tanta simpatía por las más frívolas o las más desdichadas que no podemos hacer otra cosa que perdonar su error. Y, además ¿qué no le perdonaría yo a Retana, a quien tanto debo?
Retana, cariacontecido, al darse cuenta
de su error con la pobre Mariquita Reyes

domingo, 20 de marzo de 2016

LAS OTRAS: Candelaria Medina (y III)

Candelaria fue portada de Mundo Gráfico en 1921,
cuando su fama ya estaba en horas bajas
Después de estar retirada durante casi dos años, Candelaria reaparece en Madrid no sin antes pasar por Sevilla para cumplir con una de sus piadosas promesas, esta vez ante el Cristo del Gran Poder. Durante estos años se ha dedicado a su familia y ha intentado, sin demasiado éxito, llevar una vida de perfecta burguesa al lado de su pareja. La suerte no le acompaña y decide retomar su carrera buscando tanto el dinero como el cariño del público. De ambas cosas ha estado necesitada durante todo este tiempo, especialmente de amor y respeto. Nadie habla, nada se sabe y poco se rumorea, todos (empresarios y público) respetan la privacidad de la cupletista y la reciben con los brazos abiertos. Como si el tiempo no hubiera pasado, se encuentra con una inesperada acogida que se traduce en contratos por toda España. Parece que la promesa al Gran Poder ha dado resultado, al menos en lo que se refiere a su vida profesional.
La impresionante imagen del Jesús del Gran Poder sevillano
(fuente: 
http://cofrades.sevilla.abc.es/profiles/blog/list?month=03&year=2015)
En 1920 trabaja mucho y bien. Comienza el año contratada por el Price de Madrid, donde coincide con la bailarina Nati la Bilbainita. Después hace una gira que la lleva primero a Cuenca, más tarde al teatro Martí de Valencia, el Salón Llorens de Sevilla, donde coincide con la debutante y jovencísima Lolita Astolfi, y debuta en el mes de mayo en el Edén Concert de Barcelona.
La encantadora Lolita Astolfi en 1920, con dieciséis años
Después de la consabida temporada veraniega, en septiembre Candelaria debuta en el Teatro Circo barcelonés y en octubre es contratada por el Madrid Cinema para formar parte del clásico espectáculo de variedades de la época. Durante una larga temporada compartirá escenario, éxitos y penurias con el ventrílocuo ¿Moreno? (se anunciaba así, con interrogaciones) y las cupletistas Amarantina, Lola Mansilla, Maruja del Oro y Amparito Guillot, entre otros. Con motivo de su debut la revista "Eco Artístico" publica a doble pagina un reportaje publicitario y encomiástico que, curiosamente, consigue justo lo contrario de lo que pretende. La fotografía de Candelaria (por su baja calidad, imposible de reproducir) nos la presenta vestida de oscuro, exuberante sin exagerar, algo envejecida y no muy guapa. En su atuendo a la moda se nota un deseo de renovación, en su actitud cierto cansancio que no parece ser una pose. En el texto se dice que después de alejarse un tiempo de la escena reapareció en el Price (la Catedral de las Variedades) la temporada pasada para más tarde dedicarse a hacer gira por provincias. Se habla de su retiro, de su vida regalada y suntuosa, y que volvió por nostalgia de las tablas. Ya sabemos que no fue así pero eso ¿a quién le importaba? Eran otros tiempos, con un mayor sentido del pudor y más respetuosos con la vida privada. Sólo el arte de Candelaria, o su falta de él, concernía a su público. Más allá de las tablas no había nada.
Portada de 1920 de Mundo Gráfico con una insólita Candelaria fumadora
Podría decirse que la de 1920 fue su última temporada de éxito. A partir de 1921 los escasos contratos se dosificarán como con cuentagotas: su voz nunca fue su mejor talento y su tendencia a la gordura hace que sus movimientos como bailarina comiencen a ser torpes y poco sugerentes, algo imperdonable en una chica de las variedades.

A pesar de la edad y su consiguiente deterioro físico, aún es Candelaria una figura querida por el público gracias a su simpática afabilidad y al creciente auge del género flamenco en detrimento del cuplé. En 1921 centra su carrera en Cataluña y en escenarios ya habituales, como el Madrid Cinema o el Salón Llorens de Sevilla. En Andalucía es considerada más como flamenca que como cupletista, ya que siempre le fue fiel a sus orígenes percheleros.
Candelaria, en pose flamenca pero con traje
de cupletista: cosas de los tiempos del cuplé
En Málaga o en Valencia también encontramos reseñas favorables de sus actuaciones pero éstas se irán espaciando cada vez más. En junio de 1922 actúa en el Edén Concert barcelonés y es tibiamente recibida. Al finalizar su contrato es sustituida por la debutante Tina de Jarque, futura estrella al gusto de los años veinte, joven, pizpireta y en su peso justo. Ya han pasado los tiempos de las "jamonas" a las que no les sientan nada bien los vestidos de lamé cortados al biés ni los cortes de pelo radicales, porque ¿cómo se puede bailar sin volantes? ¿cómo se puede vivir sin el corsé? y ¿dónde se puede enganchar la peineta? Los tiempos cambiaban. Adiós a la cupletista, bienvenida la vedette.
La espectacular Tina de Jarque a finales
de los años veinte, con pelo a lo garçon
En julio de 1922 Candelaria está actuando en el teatro de verano Reina Victoria de Sevilla -bolo veraniego por excelencia- al lado de Julia Fons, otra figura ya en decadencia. Nadie parece recordar a aquella provocativa Lota de "La corte de Faraón" que la Fons tan brillantemente interpretara no hacía demasiados años. No es la edad, ni la voz, ni la merma de facultades lo que retirará a Candelaria o la Fons. Es su estilo, que comienza a considerarse ya trasnochado en un mundo, el de las variedades, que había pasado de desplazarse lenta y elegantemente en un faetón a hacerlo en un coche moderno, quemándose rápido, rápido, como una vela que ardiera por sus dos extremos. Después de la Gran Guerra todo cambió, incluso en países como España que en ella no habían intervenido.
Julia Fons en 1905, interpretando "La gatita blanca"
La Fons, que en los años cincuenta se negaba a si misma y despotricaba contra sus tiempos de fama, es un buen ejemplo de "juguete roto" a la española. Candelaria es otro. Se retira ya definitivamente y a finales de los años veinte Álvaro Retana, en una de sus semblanzas de olvidadas reinas del cuplé, la considera como "retirada y alternando con otras damas catequistas". Vive en Barcelona, prácticamente en el anonimato. Tiene fama de decente y sus creencias religiosas están firmemente arraigadas, no exentas de cierto contenido exhibicionista con novenas, procesiones y todo un arsenal de mantillas y rosarios, algo muy habitual en las mujeres de aquellos tiempos. Pero cuando más retirada parece estar, aún nos sorprende una noticia sobre ella aparecida en "Mundo Gráfico" en febrero de 1930. Tras la clausura de la Exposición Universal que se celebró en Barcelona en 1929, permanecerá en sus instalaciones un local andaluz en el Pueblo Español llamado "Los Corales". Allí se encuentra Candelaria, recibiendo a los parroquianos, trabajando a la manera flamenca, guapetona, ataviada con un soberbio mantón y "contenta de que esté aquí el maestro Padilla, recién llegado de Colombia".
Plano del recinto de la Exposición Universal de Barcelona en 1929
A comienzos de los años treinta Candelaria se encuentra, según Carlos Fortuny (alter ego de Álvaro Retana) "a honesta distancia de la circulación", completamente retirada de los escenarios. Vive de las rentas que su larga carrera le ha proporcionado, sin lujos ni exhibicionismos, casi con lo justo. Su "hombre" termina por abandonarla después de toda una vida de conflictos de pareja. Pasan los años y Candelaria abandona Barcelona y se traslada a Madrid, donde sobrevive amargada por su abandono pero no del todo ajena a sus tiempos de gloria. Tiene todavía amistades pertenecientes al mundo del cuplé y las variedades, como las componentes del Trío Moreno, el primero de los dos que hubo.
Curiosa postal del Trio Moreno dándose al tabaquismo
como si no hubiera un mañana
Candelaria ha invitado a sus amigas a tomar un café en su casa. Las deja sentadas en la humilde sala y se dirige a la cocina, allí retira la cafetera del hornillo eléctrico y en ese momento cae al suelo como fulminada. Sus amigas acuden y la encuentran ya muerta, víctima de un ataque cardíaco. Tiene alrededor de sesenta años (su edad siempre fue un misterio, hasta el final), todavía es joven, pero las penas sentimentales y la obesidad se han cobrado su billete de ida. Su entierro es sencillo, sin pompas innecesarias. No deja apenas nada, las joyas se vendieron hace tiempo. Sólo nos queda el recuerdo de otra de las olvidadas del cuplé que espero haber resucitado desde este blog a ellas dedicado.
Candelaria Medina, estrella del cuplé, belleza
emblemática de una época ya muy lejana
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