La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

sábado, 21 de noviembre de 2015

Intermedio: LA MANTILLA

Olga María Ramos fotografiada por Patricia A. Llaneza,
con una preciosa y clásica mantilla blanca
Esta maravillosa fotografía de Patricia A. Llaneza, es una "almografía" compartida generosamente por Olga María Ramos en su Facebook:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10206919044608949&set=a.1494593739140.70118.1662979997&type=3&theater

Que en pleno siglo XXI todavía existan este tipo de imágenes y que aún nos transmitan sugerentes sensaciones de belleza, es un misterio que tiene una fácil explicación: la mantilla es un clásico de la moda, tiene la intemporalidad de las obras de arte y posee una fascinación que se basa en siglos de perfeccionamiento en seducción femenina. Es sin duda la prenda más significativa del "Spain is different" y forma parte de la imagen de la española más tópica y típica. Y en cualquier país del mundo se llama "mantilla", así, en castellano.

Aquí os dejo una galería de diferentes mantillas que demuestra, si ello hiciera falta, que para ser una "señora de rompe y rasga" en este país (le pese a quien le pese) la mantilla era una prenda de obligatorio uso. Algunas imágenes tienen una gran belleza, otras son curiosas u originales, incluso encontraréis ejemplos de que, pese a la excelencia de la prenda por sí misma, no siempre ha favorecido ni siempre ha sido comprendida. Igual pasó con la minifalda, pongo por caso, y nadie duda a estas alturas que es un clásico incontestable.

En fin, como una imagen vale más de mil palabras, aquí os dejo unas cuantas. Disfrutadlas.

Comencemos con un monográfico con nuestra querida Conchita Ledesma, la reina de la belleza que también fue la reina de las postales con mantilla.

Conchita Ledesma, la primera española en ser reina de belleza
internacional, aquí ejemplo de recato
De nuevo Conchita, con la misma mantilla pero
en actitud muy diferente: del recato al desafío
La mantilla de madroños, presumiblemente negra,
es una prenda más racial y complicada para lucirla
Conchita divirtiéndose, con mantilla y madroños en la falda
Conchita mostrando escote, algo muy inusual
cuando se llevaba mantilla a principios del siglo XX
La última de Conchita, con mantilla y mantón,
 o como se decía entonces: el "desideratum"
La bailarina Luisa de Vigné, retratada con Carlos Vázquez,
un buen ejemplo de lo bien que conjunta la mantilla con el mantón
Candelaria Arys en 1921, con una mantilla-velo a la que
la peineta resta protagonismo. muy años veinte
Casilda Vela en 1919, cuando la mantilla dejó de
enmarcar el rostro y cubrir el pecho

Portada de Nuevo Mundo en 1919.
La mantilla aportaba misterio a la mirada difuminada
Encarnación López "La Argentinita" luciendo
mantilla y bolero, dispuesta para el baile
Nihilsa, cupletista con predisposición al pesimismo,
de negro y blonda, todo un clásico
La Gioconda, prima de La Goya, opta por el estilo años veinte:
protagonismo de la peineta y mantilla negra de madroños
Las hermanas Taberner nos ofrecen, multiplicada por tres,
la imagen más tradicional de la mantilla, con clavel reventón incluido
Consuelo Reyes ya en 1927  fue una adelantada
en el "look gótico", poco o nada favorecedor en su caso
Candelaria Medina jugando con los contrastes
con exquisito gusto y amplia sonrisa
La bailarina francesa Cleopatra, totalmente
adicta a la "exótica" mantilla española
"La prima Cándida", cuadro de Ignacio Zuloaga
La italiana Eugenia Zuffoli, con un velo
colocado a modo de mantilla
Jovencita con mantilla y reloj de pulsera,
algo chocante pero sin duda muy práctico
La encantadora Julia Fons, siempre correcta,
aquí mal asesorada por su peluquera
Rosita Fortuny luciendo joyas, dentro y fuera de la mantilla

Y para terminar, la mantilla hacia 1870,
llevada por la reina María de las Mercedes

4 comentarios:

  1. La mantilla, el mantón, los vestidos… prendas tan delicadas, tan sensuales, tan… femeninas!!!
    ¿Qué nos ha pasado a las mujeres, en las últimas décadas? Nos hemos dejado llevar por aquellos que nos imponen la moda - muchos de ellos carentes de la sensibilidad natural de la mujer (ya que ni son mujeres…) o nos están controlando los magos del consumismo y la obsolescencia programada; está disminuyendo nuestro ingenio femenino y la imaginación y lo justificamos con la malentendida comodidad, la malograda originalidad, etc…
    Finalmente, parece que hemos perdido lo mejor del Bello Sexo y dependerá de nosotras volver a recuperarlo. Yo, no pierdo las esperanzas...

    Gracias, por este post y por las imagenes de las "bellas" !
    Besos y abrazos

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    Respuestas
    1. Gracias, Marga. Efectivamente, la mantilla se perdió como tantas otras prendas que eran tremendamente femeninas y seductoras. Entrar en el mundo de los hombres laboralmente, adquirir derechos y asimilarnos a su forma de entender la vida nos ha pasado factura en esta y otras cosas. Preferimos unos pantalones, una sudadera y unas zapatillas en nuestro día a día, por su comodidad y porque así pasamos más desapercibidas. Sólo en ocasiones señaladas nos preocupamos las mujeres por volver a ser femeninas y destacar. Un tocado, un sombrero pueden reemplazar a la mantilla, pero sólo nos atrevemos a ponérnoslos en las bodas y poco más. Como decía Don Hilarión, "hoy los tiempos adelantan, que es una barbaridad....". Un beso.

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  2. Querida, muchísimas gracias por incluirme en esta relación de damas con mantilla. Es un privilegio estar en el Blog más completo sobre la Belle Epoque. Quiero que vengas a mi casa y conozcas el Museo de Olga Ramos. Siendo tan sensible y aficionada al género, vas a sentirte muy bien

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  3. Muchas gracias por invitarme, estaré encantada de ver el Museo pero, te advierto, ante tanta maravilla del cuplé me puede dar un parraque, perrengue o como quieras llamarlo. Ten preparadas aquellas sales de amoniaco que hace cien años les daban a las cupletistas traspuestas... Ya sin bromas, mi mail es tyjmateos@gmail.com, nos pondremos en contacto y ya me dices cuándo puedo conocer tu museo. Gracias, Olga, y un beso.

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