La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

lunes, 9 de septiembre de 2013

Intermedio: "El último cuplé a través de sus canciones" (II)

El Maestro Solano, uno de los gigantes de la copla española,
contribuyó en gran medida al éxito de "El último cuplé"
Como ya os conté en la primera parte de este Intermedio, aunque "El último cuplé" fue un éxito sorprendente e inesperado, no fue tan improvisado como cierta mitología montada a su alrededor nos ha querido hacer creer. De hecho, se contó en su día con los mejores especialistas en cada una de las facetas que este musical requería, lo más selecto en cuanto a medios técnicos y artísticos que la industria cinematográfica española de la época podía permitirse. En el argumento y los diálogos aparecían Antonio Mas-Guindal y Jesús Mª Arozamena (especializados en musicales), la fotografía se encomendó a José Aguayo ("Viridiana" y "Tristana" son dos de sus mejores trabajos) y la adaptación y dirección musical, fundamentales en este caso, corrieron a cargo del prestigioso maestro Solano.
En 1957 era un joven pero ya muy experimentado compositor, director musical y arreglista. Había trabajado con Ochaita y Valerio, formando con ellos un trío a la altura del formado por Quintero, León y Quiroga. Juanito Solano, como era conocido debido a su precocidad, compuso innumerables éxitos de la copla para Concha Piquer, Miguel de Molina y Lola Flores, entre otros, y ya era muy conocido cuando fue requerido para aportar su talento y visión artística a "El último cuplé". A él le debemos, entre otras muchas acertadas aportaciones, la adaptación del bajo tono de la Montiel a cada uno de los temas por ella cantados en la película. No olvidemos que, originalmente, el tono de las cupletistas era en su época alto y casi agudo, y para dicho tono -apto para ser oído por todo un teatro en aquellos tiempos sin micrófonos- se habían escrito la mayoría de los cuplés más famosos. Nada se dejó al azar y las cosas, a lo que parece, no se hicieron mal del todo...

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"La Sandunga"
Adaptación de Álvaro Retana y Luis Barta de un tema tradicional mexicano

Nos encontramos ante un tema popular y versátil como pocos, de procedencia tan variada como confusa. Español -y más concretamente andaluz- en su origen, llega a México y se convierte en la "zandunga", voz zapoteca para un son tradicional de la región de Oaxaca. La primera letra conocida en español se le atribuye al mexicano Máximo Ramón Ortiz a mediados del siglo XIX. Desde allí regresa a España y aquí se le adaptan letrillas de todo tipo, de corte político, satírico o sentimental. La adaptación de Retana y Barta fue hecha ex-profeso para La Goya -muy dada a incluir en su repertorio músicas tradicionales hispanoamericanas- quien la estrenó en el Teatro Maravillas en fecha tan tardía como 1924.

Rafaela Aparicio, carismática  e impagable, interpreta "La Sandunga"
con una letra adaptada, una de las muchas que este tema ha tenido
Siendo como es una tonadilla básicamente popular, una cantante callejera es quien la interpreta en la película. Sus coplillas, de un descafeinado doble sentido, se acompañan con el estribillo más conocido de este pegadizo tema:

¡Ay, Sandunga, Sandunga,
de amor me muero!
Si no me das tu cariño,
a ti lo mismo te quiero.


"Balancé"
Autores: Ernesto Tecglen y Ricardo Yust

Esta canción, estrenada por La Goya hacia 1913, es uno de los cuplés más famosos de la historia y uno de los temas más conocidos y recordados de la película. Su letra sigue siendo de doble sentido, pero de aquél que La Goya prefería: suave, sin estridencias, discretamente dicho y elegantemente entendido, tal y como le correspondía a tan comedida, culta y delicada intérprete.
"... un hombre que no se arrima, ¿para qué lo quiero yo", decía
la Montiel, con toda la razón del mundo
En "El último cuplé" Sara Montiel hace de él una interpretación memorable, con todas las plumas, volantes y lentejuelas que correspondían a su personaje en este momento, la cupletista en ciernes que hace una prueba para su primera actuación. El tema no puede estar mejor escogido para el momento en cuestión, ya que su cadencia de valsecito se presta a los mohines y a los contoneos como ningún otro cuplé.
Las miraditas de María Luján dirigidas a su galante protector, Juan Contreras
(el actor Armando Calvo) pasan por el complaciente filtro de su tía (la señora del moño)
Como bien recordaba Álvaro Retana, tras el enorme éxito inicial muchas noches hubo La Goya de improvisar cuartetas ante un público que repetía función tras función. Lo que no cambiaba nunca era su célebre estribillo:
¡Oh, balancé, balancé,
balancé la nieve pura!
Canta, niña, esta canción
con muchísima dulzura.


"¡Oh, Marie!"
Adaptación de Ernesto Tecglen de un tema de Di Capua y Russo

Nos encontramos ante un tema que pasa por la película brevemente, como de puntillas, pero que merece la pena ser escuchado y conocido, tanto por su belleza como por su agitada historia. Y es que "Oh, Marie!", "O, Mari! o "Maria, Mari" es un tema napolitano a la altura de clásicos como el "O, sole mio!", y como tal ha sido interpretado por cantantes de tan variado pelaje como el tenor Franco Pagani o el baladista Dean Martin.
En los escenarios de varietés tenían cabida, cuando un público receptivo
así lo consentía, temas sentimentales y líricos como el "¡Oh, Marie!"
De esta canción se han hecho innumerables versiones ya que fue enormemente popular entre los emigrantes italianos que llegaron a Estados Unidos, donde le pusieron letra en inglés y llegaron a adaptarla al swing. En "El útimo cuplé" se nos ofrece una bella y clásica versión de Miguel Fleta, eso sí, en play-back, en el escenario del café-cantante "El Imperial".
¡Oh, Marie¡Oh, Marie! Si mi canto de amor es por ti...
Una curiosidad: no es esta la primera escena en la que aparece este tema ya que, unos cuantos fotogramas antes, en la escena de amor en el merendero, un violinista ciego interpreta esta romántica canción napolitana, que Cándido le dedica a María. De hecho se convertirá en "su canción" y aún aparecerá una vez más hacia el final de la película.


"Marcha de Cádiz" de la zarzuela "Cádiz"
Autores: Federico Chueca y Joaquín Valverde, con libreto de Javier de Burgos

Estrenada en el teatro Apolo de Madrid en 1886 (según otras fuentes, fue en el teatro Felipe), la zarzuela "Cádiz" se inspiraba en el Episodio Nacional de Galdós del mismo título. De hecho, fue calificada como un "Episodio Nacional cómico-lírico-dramático" y tuvo un enorme éxito en su momento, especialmente gracias al último número del primer acto, la enérgica y vibrante "Marcha de Cádiz".
Después de esta escena, nada más vuelve a saberse del pobre Cándido:
muerte, supervivencia y, raramente, la gloria esperaban a aquellos soldados
En esta escena, el despechado y celoso novio de María opta por alistarse en el ejército cuando su atormentada relación se enfrenta a una disyuntiva: o celos para toda la vida al lado de una cupletista o penalidades durante unos años en la guerra (probablemente, la de Melilla). La última opción es la que prevalece, acaso gracias a la capacidad subyugante de esta hermosa marcha que incluso llegó a ser propuesta en 1898 como himno nacional de España (fuente: La Opinión de Murcia).


"Ven y ven" 
Autores: Álvaro Retana y Rafael Gómez

El 18 de junio de 1911 debuta en el Trianón Palace de Madrid Aurora Mañanós Jaufret, La Goya, con un repertorio escogido (y compuesto) para ella por diversos autores, entre ellos el ínclito Álvaro Retana. El debut, concienzudamente preparado y montado hasta el último detalle para el lucimiento de la desconocida estrella, supone un gran éxito para la debutante. El cuarto número lleva por título "Ven y ven" y es la adaptación muy libre de un tema popular mexicano, como tantos otros que llevará La Goya en su repertorio.
Todavía uniformada como cupletista clásica, María Luján intenta atraer
al público con su sensual "Ven y ven" y, sin duda, lo consigue
Su aire de habanera y su letra explícita (de la que existen innumerables versiones), han convertido este cuplé en un clásico. Muy agradecido vocalmente, Sara Montiel le puso toda la sugerente intensidad de la que era capaz, que era mucha. La interpretación de La Goya nos parecería hoy en día, al lado de la de la Montiel, excesivamente contenida y algo trémula, con un ritmo rápido y una voz con un registro demasiado alto, que deslucen tanto texto como melodía. Para decir ciertas cosas, es mejor cantar como se susurra, acariciando con la voz como hacía la bellísima manchega:

Ven y ven y ven,
chiquillo, vente conmigo;
no quiero para pegarte, mi vida,
ya sabes pa lo que digo...

(Fin de la segunda parte.
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