La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época

La Fornarina y otras cupletistas que marcaron una época: mujeres ayer admiradas, hoy olvidadas

lunes, 4 de febrero de 2013

LAS OTRAS: Antonia de Cachavera (III)

Una lozana y exultante Cachavera en pose de
machicha, su número más conocido
y el que más fama le diera
Durante el año 1912 y gran parte de 1913 Antonia sigue trabajando en Barcelona en diferentes locales: el Edén Concert, la Gran Peña, el Gayarre (después Olimpia) y en el Petit Moulin Rouge, principalmente los dos primeros. Todos ellos situados en la zona del Paralelo, estos locales guardan similitudes notables con la propia Cachavera: de mayor o menor categoría (dependiendo de la obrita y el momento económico), siempre alegres, ruidosos, desinhibidos, dados al escándalo... y con múltiples problemas con la autoridad competente.
Las multas, los procesos a la moral y las prohibiciones de sus espectáculos estuvieron siempre presentes en la vida de Antonia. Sólo en el mes de mayo se le imponen tres multas de 500 pesetas y se le notifican dos más pendientes de pagar, de sus buenos días de Valencia. En octubre se niega a pagar la enésima multa, estando ya hasta el moño de tanto abuso administrativo, y se la llevan detenida. Pasa la noche en el calabozo pero ante la tesitura de pasarse quince días arrestada en una cárcel de las de entonces, al día siguiente paga todo lo que debe más recargos, fianzas, etc. En total acumula en poco más de un año veinte sanciones, todas ellas referentes a faltas a la moral. A todo y eso, a pesar del éxito de público, los críticos califican sus espectáculos como pornográficos y la consideran una artista "a la baja".
El Edén Concert y el "ambientazo" que cada noche le rodeaba
(fuente: rutesparallel.cccb.org)
A finales de 1912 la situación llega a un punto totalmente insostenible. En la noche del 3 de diciembre la policía barcelonesa realiza una redada nocturna que deja pequeña a cualquiera que hayamos visto en las clásicas películas americanas de gangsters: siguiendo ordenes del gobernador, y persiguiendo la pornografía y los juegos prohibidos(sic), los agentes acuden preferentemente a los locales donde hay camareras, detienen a sesenta mujeres de vida airada, multan a cinco artistas de café-concerts por inmorales y les pone multas de 25 pesetas, siendo la multa a los dueños de los locales de 100 pesetas, que para eso son los empresarios. La indomable Cachavera, que se resiste y se niega a pagar, es conducida al juzgado junto a la transformista italiana Fregolina.
Tina Parri, conocida como Fregolina, fue una artista
italiana de variedades que cultivaba
el género "a transformación"
La Junta de Espectáculos cierra el Edén Concert, el establecimiento de su clase mas antiguo de Barcelona, por el muy peregrino motivo de carecer de condiciones -como si alguna vez las hubiera tenido- y ya de paso cierran un cinematógrafo del Paseo de Gracia. Y aprovechando la coyuntura, teniendo en cuenta las telarañas que se acumulan en las arcas públicas, conminan a otros veintiocho locales a hacer obras de acondicionamiento, con sus correspondientes licencias. La campaña  moralizadora y de seguridad del  gobernador civil de Barcelona, da sus frutos económicos e higiénicos que durarán... unas semanas. En lo que se refiere al gobernador y a su prurito moralizante, ahí va una anécdota de cómo se las gastaba: la final de la Copa del Rey, que se iba a celebrar en el Estadio de la Industria del Barcelona entre el Barça y el Gimnástica Española, quedó aplazado por coincidir con el Miércoles Santo. Con las cosas de la moral y la religión no había bula, ni tan siquiera para el football. Por cierto, ganó el Barça 2-0.
La descocada Antonia, con sugerentes transparencias,
parece esperar, resignada, el momento
de su enésima detención
En octubre de 1913 Antonia es condenada por la Audiencia de Barcelona a dos meses de arresto "por escándalo público y desobediencia", aunque no ingresa en prisión al serle aplicados los beneficios de la ley de condena condicional. Ha llegado hasta el límite, debido a la despiadada e implacable persecución del gobierno civil hacia su género (el ínfimo y el femenino) pero también a la actitud de los críticos, que llegan a juzgarla como la causante de "exaltar a los morenos, que salen derechos a los alrededores donde hay instalado un barrio de clandestinas a precios módicos" . Harta y en bancarrota parte hacia Madrid, contratada por un local de segunda categoría, el Salón Madrid. Allí estrena obritas que ya en su momento representara en Barcelona, como "Dulce tango", "Noche pistonuda", "Señoras solas" y "La reina del molinete".
Y en el diminuto escenario del Salón Madrid estrena una obra en verso, "La bella Tenorio", que inopinadamente se convierte en un éxito de crítica y público. La noche del estreno se la escuchó en silencio (cosa rara) y tuvo un largo recorrido en la trayectoria artística de Cachavera.
La  Cachavera, aquí en deshabillé,  fue el terror
de los juzgados y de los gobernadores
civiles más escrupulosos
Pero poco duraban los apropósitos del género ínfimo en cartelera, y ya en noviembre nos la encontramos en el teatro Nuevo con los siguientes estrenos, o reposiciones: "Deshabillé", "También Pepita lo prueba", "Pelotas de fraile", "En la corte del sultán", "El bar del placer" y "El dulce meneo", junto a Chelito (que es la empresaria), Ninón y las jovencísimas Hermanas Rosas. Se repone "La cachunda", uno de los títulos emblemáticos de Cachavera, y todo parece ir bien hasta que recibe una nueva citación en Barcelona, acusada de nuevo por escándalo público y desobediencia. Es acompañada a la Audiencia por numerosas compañeras del espectáculo, recreando por unos momentos el célebre proceso de "La diosa del placer". Antonia es absuelta de desobediencia, hallada culpable de inmoralidad y no ingresa en prisión porque en estos casos nunca llegaba la sangre al río ni la indecente a la trena. Los juicios eran más ejemplarizantes que otras cosa y las multas servían más para recaudar que como advertencia.
Antonia regresa a Barcelona, durante las navidades de 1913, y actúa de nuevo en el Edén Concert. Regresa al Nuevo de Madrid y 1914 se convierte en uno de sus años más activos y viajeros. Aparte de idas y vueltas continuas a Madrid y Barcelona, actúa en múltiples escenarios de toda España. Tiene un éxito discreto pero muy ventajoso, económicamente hablando, en el Salón de Columnas de Bilbao. En Murcia y Valladolid tendrá sus respectivos escándalos, que bien merecen ser reseñados.
Antonia con alegre y primaveral conjunto,
y un sombrero de rosas en cascada,
ante una silla incómoda como pocas
En Valladolid estrena, la noche del 28 de mayo de 1914, uno de sus espectáculos sicalípticos en el Teatro de la Comedia. Es anunciada como "la reina del molinete" y los pucelanos aguardan su actuación expectantes. Comienza la función y, al cabo de unos minutos, aparecen los agentes de la autoridad que proceden a desalojar y clausurar el local por orden del gobernador. Del escándalo consiguiente contaron las crónicas que no se había conocido otro en Valladolid, ejemplar ciudad castellana de gentes recias, cristianas y poco propensas a soliviantarse que, mira tú por donde, se soliviantaron aquel día todo lo que no habían hecho durante siglos. Antonia y otras artistas del elenco, desvestidas ya para la función, salieron a la calle indignadas y muy ligeritas de ropa, rumbo a la comisaria. Detrás de ellas, en alegre cofradía, el público asistente a la función, más vestidos pero no menos exaltados. La procesión, como no se recuerda otra en ciudad con tan bellas procesiones para Semana Santa, fue recordada durante mucho tiempo y de ella se hicieron eco los medios como el "penúltimo" escándalo de la Cachavera. Pero no, el penúltimo estaba por llegar, y fue acaso el más sonado y desagradable de todos cuantos tuvo que sufrir nuestro "diablo con faldas".
Murcia en una foto antigua tomada desde la catedral
(fuente: descubriendomurcia.com)
Antonia fue contratada en enero de 1916 para dar tres representaciones en el Teatro Ortiz de Murcia. Como su fama la precedía, el gobernador civil quiso curarse en salud y citó a la cupletista en su despacho antes de que comenzara su contrato. Siendo este gobernador, cosa rara, de ideas más bien abiertas y tolerantes hacia el género ínfimo, negoció con Cachavera asegurándole que no habría prohibiciones ni multas pero que, en contrapartida, ésta tendría que bajar el listón de la picardía en su actuación. Los periódicos clericales, no contentos con esto, iniciaron una campaña contra el gobernador y la artista. Un grupo de Acción Católica fue expulsado del propio despacho del gobernador, harto ya de presiones e insultos. Como es de suponer, no quedó ahí la cosa y decidieron montarla el día del estreno. Salió Cachavera a escena y, nada más empezar, "comenzaron los asnos piadosos a rebuznar" (tal y como aparece en un periódico de la época), intervino la policía y expulsó al grupo, formado por unos treinta individuos, en medio de los silbidos y los aplausos al gobernador por parte del público del teatro. La función pudo terminar, pero esta historia le dejó a Antonia un regusto amargo ya que la campaña promulgada por los medios clericales había sido de una ferocidad rayana en el ultraje. Para más inri, la artista estaba ya embarazada del que sería su segundo hijo. El niño nació en mayo de 1916, apenas cuatro meses después del escándalo de Murcia. Tras un parto difícil y problemas que no se especificaron, el bebé vivió apenas unas horas. Antonia quedó desolada y muy afectada tanto moral como físicamente. Visto en perspectiva, aquella airada reacción de los grupos ultracatólicos de Murcia bien pudiera haber tenido su origen, más que en la actuación de Cachavera (al parecer, muy contenida en esta ocasión) en su ya más que evidente embarazo, sin estar casada "como Dios manda" y algunos intolerantes exigen.
Estas enfermeras inglesas en la Primera Guerra Mundial guardan
una curiosa relación con la biografía de Cachavera
Una vez recuperada, Antonia sigue trabajando incansablemente (tiene otro hijo que mantener) y en julio de 1916 ya está actuando en el Monte Carlo de Barcelona con un espectáculo "como para que no dejen entrar a los solteros". A continuación es contratada por el Trianon Palace de Valencia, por el Teatro Circo de Reus y de allí a Tortosa, donde estrena "Justino el jardinero", una de sus obras más picantes. A pesar de tanto contrato, en una entrevista que se le hizo en el mes de octubre declaró que su único deseo en esos momentos era salir de España y presentarse voluntaria como enfermera, para así atender a los numerosos heridos que la Gran Guerra estaba causando en el resto de Europa. Detrás de esta curiosa declaración se esconde una historia más sórdida y aún más triste: otro escándalo y su consiguiente juicio, esta vez en La Unión y sin policías de por medio. El caso es muy delicado, "sensible" decían por entonces, y convierte a Cachavera en una de las primeras víctimas de acoso laboral que han defendido su inocencia en el banquillo. Al parecer, el alcalde de La Unión, solidariamente apoyado por su entusiasta secretario, pretendió de la artista una actuación personal en su despacho, de las que hoy diríamos que llegan hasta el final. Antonia se negó contundentemente, menuda era ella para estas cosas, y fue denunciada por escándalo e inmoralidad en represalia por su negativa. Cuando llegó el momento del juicio Antonia se defendió de la manera en que ella hacía las cosas: con dignidad y firmeza. El secretario ni se dignó a aparecer por el juzgado y el alcalde, en un tardío gesto de caballerosidad, reconoció que había existido un "malentendido" y que la artista no era culpable de lo que se le acusaba. Fue absuelta, pero este proceso da mucho que pensar sobre todo lo que esta mujer, y otras como ella, tuvieron que soportar en manos del cacique de turno. Por supuesto, no acabó de enfermera voluntaria en la guerra. Ya bastante tenía con su guerra diaria...
Antonia en 1916, siguiendo los dictados de la moda:
traje suelto de talle bajo, tocado de plumas
y peinado sin voluminosos postizos
Durante los años 1918-1919 pocas noticias se tienen de Cachavera. No hay reseñas sobre actuaciones suyas, si acaso alguna evocación de su figura por parte de admiradores que no la olvidan. En estos dos años tuvo otro hijo, una niña, y vivió una vida retirada de los focos, dedicada a su familia, a sus amigos (Álvaro Retana es uno de ellos) y a una de sus principales aficiones, la lectura. Es todavía joven pero ha vivido con demasiada intensidad, especialmente en los últimos años. Ha pasado por situaciones altamente estresantes que ha tenido que superar casi sin otra ayuda que no fuera la de su voluntad. El acoso, cuando no derribo y captura, por parte de estamentos públicos y religiosos, la pérdida de su hijo recién nacido, su errática vida sentimental,... todo ello le pasa factura y decide huir "del mundanal ruido" durante estos dos años. Se siente desorientada y teme haber perdido la ilusión primera, aquella que le llevó a huir de la casa de sus padres para buscarse la vida en los escenarios. Volverá en 1920, renovada y con ganas de presentarle batalla, la enésima, a todo gobernador civil, obispo o rijoso alcalde que se le ponga por delante.
La sonrisa de Cachavera en 1920, fotografiada
por Calvache y anunciando su exitosa
reaparición en el Romea
Durante el tiempo de su voluntario exilio Antonia ha estado reflexionando sobre cómo sería su vuelta a los escenarios. Bien aconsejada y aprendiendo de errores pasados, decide darle un vuelco a su carrera y adquirir un repertorio más culto y apto para todos los públicos, cambiar su imagen sicalíptica por otra más elegante y huir, o al menos intentarlo, de polémicas y conflictos con las fuerzas vivas. Lo primero que hace es ponerse en contacto con los autores dramáticos más prestigiosos de la época: Jacinto Benavente recibe una carta suya en la que le pide una canción, un monólogo, algo, cualquier cosa que de su pluma venga. La carta es extraordinaria, bien escrita y pintorescamente razonada. Benavente pide conocer en persona a Cachavera y se presenta en su habitación del Hotel Sevilla de Madrid. Resultado: le escribe un monólogo y unas cuantas piececitas cortas, que pone a disposición de la bella Antonia. Y no sólo es Benavente el que se adhiere al debut de Cachavera, también consigue ésta colaboraciones de los hermanos Álvarez Quintero, de Muñoz Seca, Martínez Sierra o García Álvarez, entre otros. Por supuesto, las colaboraciones se pagan, pero no deja de resultar chocante que tan ilustres autores, considerados como "serios", escribieran para la que Retana calificaba como una "flor pasional abierta al deseo de las multitudes".
Los prolíficos y enormemente populares hermanos
Álvarez Quintero escribieron una pieza
para la reaparición de Cachavera
Lo primero de todo, incluso en 1920, es la publicidad. Durante semanas aparecen en la prensa reseñas sobre la reaparición de Cachavera en las que se incide sobre todo en su nuevo repertorio -escrito por tan prestigiosos autores-, serio o cómico pero siempre culto y limpio de frases de dudoso gusto, y no menor es la incidencia en que "se presentará completamente transformada en lo que a modalidad artística se refiere". La elección de la sala ya indica algo sobre el giro que Antonia quiere dar a su carrera, ya que el Romea sigue siendo el mismo ruidoso teatrito de siempre, pero no es el Salón Madrid precisamente. Acaba de despedirse Carmen Flores, con su estilo desenfadado, ingenuo y algo kamikaze, con un estruendoso éxito. Los empresarios apuestan por la otrora escandalosa Cachavera, y su apuesta resulta ser un éxito.
El cambio en el vestuario, más elegante y sofisticado,
fue otra de las características de
la "rentrée" de Cachavera 
En cuanto salió a escena, consiguió destruir y borrar su pasado. Emocionada, nerviosa como la primera vez, consigue sobreponerse a fuerza de talento y verdad. El repertorio escogido con tanto mimo triunfa.También su nueva imagen. Comienza para Antonia de Cachavera, la "princesa de las tentaciones", una nueva etapa en su vida, completamente diferente de la anterior... ¿o no?
Lo averiguaréis en la próxima y última entrada sobre su vida y obras.

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